sábado, 10 de abril de 2010

Leyenda del Yaguaron

Desde el mismo corazón de la América tropical, con la fecundidad de un dios indígena, llega entre saltos poblados de voces ancestrales, ese río de nombre musical: Paraná.

Sus duendes andan sueltos y en el corazón del hombre del litoral, cuya vida se entrelaza con el río, el mito y la poesía... recreando un mundo de encantamiento...

En el litoral argentino, cuenta una de las tantas leyendas que se acunaron en las riberas del Río:

A lo largo de su extenso trayecto, el llamado canal del río Paraná presenta profundidades insospechadas.

En algunos lugares en los que se localizan honduras poco comunes, las aguas suelen producir vibraciones inexplicables. Entonces, cuando llega el mensaje de esos ruidos lejanos, sordos, que sacuden la paz de los arenales, el hombre de la costa, el experimentado espinelero, expresa sentenciosamente:

- “¡Oh, Yaguarón viejo” ¡Ya andará haciendo una de las suyas!”.

Esa afirmación envuelve una de las más antiguas leyendas del Paraná, la del Yaguarón, un animal fabuloso de rara conformación y grandes dimensiones, con cuerpo amarillo verdoso de serpiente, agallas, cabeza de perro y terribles colmillos demoledores. Con ellos roe las bases de las barrancas, formando socavones y canales subterráneos que al desmoronarse producen esos ecos que las olas del río proyectan hacia las costas distantes.

El yaguarón es muy voraz y no se deja ver fácilmente; sólo los ruidos confirman su presencia. Los baqueanos de río, cuando descubren canales profundos en lugares playos, agregan:

-“Si parecen cuevas de yaguarones...”

Un costero de las bocas del río Salado asegura que las misteriosas y “recónditas” repercusiones que se escuchan en la Laguna de Guadalupe, se deben a las cavernas subterráneas que se comunican con el Paraná, horadadas hace muchos años por los yaguarones...

También dicen que el yaguarón, también Yaguarú es un monstruo que suele aparecer para castigar a los hombres que se olvidan de sus responsabilidades:

“Socava las barrancas provocando desmoronamientos que cobran muchas veces las vidas de hombres y animales. Despedaza a sus víctimas para comerles el pulmón, despreciando el resto. No se lo define con precisión. Es grande, verdoso y de lomo chato. Asoma sólo parte de su cuerpo a la superficie y se revuelve en las aguas, alborotándolas."